Aún recuerdo
cuando las sirenas
eran blancas,
ágiles y pequeñas,
desprotegidas en la vorágine.
La bata inmaculada,
precaria la maleta,
recién llegado,
alerta,
con los ojos bien abiertos,
presagiando tempestades.
Aún recuerdo
las sirenas primerizas,
casi heroicas.
La acogida hostil y expectante...
Solo pude
volver a cerrar los ojos
y protegerme
en su regazo.
Pequeño regazo.
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