jueves, 27 de febrero de 2020

EL VUELO.







Saltó al vacío
con su niño 
en el regazo,
no quiso extender 
sus alas macizas,
ni un grito de terror.


Cayeron a plomo.


Aplastaron la tierra
con un crujido macabro.




Lo consiguió.





La sirena
llegó tarde,
nunca habría llegado.
Solo pudo mirar el desastre
y llorar por dentro
de impotencia y rabia.





Las lágrimas de la sirena
aún perduran en el tiempo.






Por el niño.

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