Cuando entro a los hospitales
con las sirenas
me reciben ojos cansados
y miradas displicentes.
Las sirenas,
avezadas en destellos y catástrofes
me esperan fuera,
estáticas y tranquilas,
ofreciéndome su regazo
de sosiego inseguro.
Cuando salgo de los hospitales,
cabizbajo, triste,
incierto, contaminado,
a veces iracundo,
anodino, despersonalizado
y un poco deprimido,
ellas siempre están
esperando fuera
para acogerme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario