La que siempre estuvo,
la que siempre estará
me mira ahora
con la sonrisa dulce
perdida en los mares de la memoria.
Pequeñita,
sentada en el trono de Neptuno,
me alimentó y me alimenta
incondicional y bondadosa.
En la caricia de su mano
está todo el universo.
El mar que me dio la vida
en su bendito vientre,
toda la vida,
toda mi vida,
toda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario