El tren que nunca llegó,
la estación que nunca fue,
que se hizo agua,
que se convirtió en fuente.
El anden sin vias.
Campos de mies y girasoles,
perales que nunca vi,
planicie infinita,
atardeceres incendiados
en horizontes rojos.
Inundado,
casi desbordado de belleza,
camino despacio,
tranquilo y placido
hacia un horizonte de sirenas.
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