El baile
casi herético de la grulla
que vuelve a su escenario,
elegante, etereo, sensual,
en la zona de nadie
herida de muerte.
El cangrejo violinista
en los cráteres de bombas,
reconquistando el terreno
con la música a la guerra.
La mantis religiosa,
sin noción del bien y del mal,
qué mata después del acto de la vida.
El leopardo del amor
que no ama,
solo cumple su papel de muerte
majestuoso, sigiloso...
El baile
macabro del hombre,
de balas y napalm,
que huele a sangre,
que lo cambia todo,
que lo destruye todo,
para dejar, en la resaca
después de la cruel fiesta,
campos baldíos
de minas asesinas
en la tierra de nadie,
en la tierra de nadie.
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