Los cobardes,
ladinos y traicioneros,
ahora,
tienen el miedo en la mirada,
sus gestos les delatan,
y, como ratas,
se esconden en las alcantarillas.
Los que huyen,
los que no están donde tienen que estar,
los que abrazan
apuñalando con la sonrisa,
por la espalda.
Embusteros,
rastreros, venenosos.
Los cobardes
no merecen
ni un verso más.
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