Tan intensa que casi duele
lo inunda todo.
Abres los ojos de asombro
noqueado por tanto genio.
Tambalean los sentidos,
tiemblan las piernas,
se eriza la piel
en una sensación de vértigo
que casi te levanta de la silla...
Te agarras a su brazo
y te dejas llevar confuso, hechizado,
alegre, feliz.
En la apoteosis de las voces
(impetuosa belleza hecha sonido)
lloras como un niño.
Al final acabas rendido.
También estas;
exhausto.
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