En Kiev
el cielo está plomizo,
preñado de nieve y muerte,
de silbidos letales
que llegan de ninguna parte.
El cielo se desploma
sobre llantos de niños
desubicados en la barbarie.
En Kiev
ya no valen las palabras,
y con los libros,
se hacen barricadas.
Inútiles barricadas.
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