Desde que estás jugando con la olas
fundido en las mareas
de atardeceres imposibles.
Desde aquella mirada
desmesurada y azul,
desde la mandíbula prieta
aferrado a mis manos
hasta la flacidez,
hasta la lucidez del fin.
Desde entonces
todo parece igual pero no es lo mismo.
las horas pasan,
las cosas se hacen,
la vida transcurre,
las dudas asaltan,
el miedo puede.
Desde entonces
sigo luchando por una sonrisa suya
en su mundo de pequeños olvidos
y grandes ausencias,
por suavizarle la pena,
por un beso de su amor
que es el tuyo.
Desde entonces
a veces quiero irme,
cuando la pena es insufrible,
cuando llega la noche,
cuando falta el aire,
cuando tirito sin frío,
cuando me siento tan solo.
A veces,
solo a veces,
cuando las ganas de vivir aflojan,
sueño que estoy en tu sitio,
en tus atardeceres
curvos, azules,
marinos e infinitos.
A mi padre.
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