Era una sirena joven,
era una niña,
las escamas habían desaparecido
fuera del agua
que perlaba su piel morena.
Estaba como dormida,
casi sonriente,
parecía que iba a despertar...
Pero estaba lejos,
muy lejos.
El sudor también perlaba mi frente,
intentaba que volviese,
que volviese su corazón,
que volviese el aíre.
Volvió,
volvió por un instante,
intenté que se quedase,
¡lo juro!,
con todas mis fuerzas.
Pero en el camino
se fue.
Para siempre.
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