lunes, 1 de junio de 2020

VICTOR.







Vic,
no comprendo tu idioma,
pero te entiendo.

Te entiendo
en esa voz gastada,
que a veces tiembla de ira
y desafina en los agudos,
en tu grito
impotente y ávido,
tu hartazgo de la vida,
tu dolor, tu súplica.



Canciones íntimas,
canciones épicas de la desidia,
de la despedida. 



Te entiendo,
pero solo puedo escucharte
alguna tarde oscura,
con la lluvia en los cristales,
en mi sofá,
cuando me apetece suicidarme un rato.









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