Ella,
en el dintel de la puerta,
con la memoria
perdida entre los años.
Ella
con la sonrisa incierta,
con los ojos indecisos,
con la intención de acercarse,
entendiendo
sin llegar a comprender.
Yo
(¡maldita sea mi estampa!),
que la quiero hasta las trancas,
que la abrazaría
hasta los genes,
que me la comería a besos....
en estos tiempos difíciles
me contengo,
me conformo
con lanzar los besos
en el aire
con aguantarme las ganas.
Las sirenas
me llaman con los cánticos
del miedo.
¡Maldita sea mi estampa!.
¡ Voy!.
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