Cierro los ojos,
acepto el viaje sin destino,
sin kilómetros.
Me dejo llevar,
mecido en el sosiego,
por las suaves colinas del horizonte....
Huele
a heno fresco,
a atardecer dorado en la planicie
en tu acorde sencillo y lánguido,
en tu voz que me acaricia,
que me invita,
que me abre las ventanas:
infinito al fondo,
soledad querida.
Gracias.
A Jeremy Admiak.
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