La niña
cayó inerte
en la nieve congelada;
su pelo rubio,
su blanca cara,
su sangre azul
de princesa despechada...
El roble
desangrado e impotente
la miraba.
La niña
cayó herida de muerte,
dicen,
que de desamor
y de ausencias,
dicen
que la herida
no sangró,
pero la nieve
se tiñó de azul,
y deshelaba...
Las dos sangres,
la azul y la savia,
recorrieron
las calles empedradas.
Las dos sangres
tiñeron
las flores y el sepulcro
de malva.
Siento la repetición de la fotografía ,pero venía al pelo.Es una estatua de la princesa Kristina de Noruega,en la que está basado el poema.
ResponderEliminarEste lugar está en Covarrubias, y es un sitio al que tengo mucho afecto.
Qué importa la repetición si la dicha es buena. Los que aquí venimos, nos llevamos tan buen sabor de boca que nos gusta repetir.
ResponderEliminarEl poema es precioso.
Felicitaciones Murci.
Un beso.
Cuentas en pocas palabras una historia intensa y fantastica
ResponderEliminarPreciosa Murci!!
¡Precioso poema! murci....un poco triste, pero no por eso, menos bello.
ResponderEliminarAbrazos
bonito pero tan triste!!!
ResponderEliminarfelíz fin de semana Murci!!
Por favor. Deja de ser más cursi que un repollo con lazo. Ya es bastante doloroso el ver como asesinas el idioma y como mancillas el recuerdo de Greta Garbo.
ResponderEliminar¡¡¡¡que te follen anónimo!!!!!
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