Anoche,
en nombre de Dios,
llovieron lágrimas sobre París.
Y balas de Kalashnicov.
Anoche,
en nombre de Dios,
las aceras se regaron
de odio sangre y horror.
Las miradas desvalidas
se protegían en las esquinas.
Anoche,
en nombre de Dios
pude ser yo,
o mi hijo,
o mi mujer
o mi amigo.
La sangre derramada
en los adoquines.
Anoche,
también anoche
en nombre de Dios,
llovieron bombas
sobre Bagdad y Beirut,
sobre Palmira y Alepo,
Ramala, Gaza,
Faluya,Mosul...
Bombas asépticas y lejanas.
La sangre inocente
no salpicó.
Anoche,
en nombre de Dios,
ese Dios de tantos nombres,
anoche,hace cien, mil años.
Siempre el Dios
de las mil caras
y ávido de sangre.
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